La democracia... Treinta y siete años después de que sucediera todo esto me paseo por las calles de Oporto. Llueve un poco. Mañana es veinticinco de abril, aniversario de la Revolução dos Cravos -la Revolución de los Claveles, y yo camino, como digo, bajo una fina lluvia, por las calles del barrio de Campanhã, un barrio periférico y humilde de una ciudad también periférica de Europa. La crisis económica se hace notar en un país hostigado por el capitalismo y condenado por sus malos gobernantes.
Los malos gobernantes... No hay revolución que, por buena que sea, por bien que empiece, sobreviva mucho tiempo a unos malos gobernantes. Portugal cae. No ellos, no los corruptos. Ellos no, claro... Pero los camareros de las cafeterías de Campanhã que me atendieron, los conductores de metro y de autobús que me llevaron hacia el centro de la ciudad de Oporto, las panaderas que me vendieron bollos de pan y dulces de chocolate, las dependientas de supermercado que me cobraron artículos diversos con a pesar de todo una sonrisa, los alcohólicos que se peleaban en la puerta de la estación sin que la sangre llegara al río... ellos, ellos, sí, alguno de ellos, escribió, supongo, esta pintada que vi en una pared del barrio...
[...Y al día siguiente, en la Avenida dos Aliados, grabé esto:
No hay comentarios:
Publicar un comentario