Es curioso el proceso de la digestión: no importa lo que introduzcamos por el orificio bucal, el resultado es siempre el mismo: mierda y más mierda. Es cierto que dependiendo de lo que ingieras y de cómo lo mezcles puedes obtener distintas tonalidades de marrón y distintas texturas que rayan todos los estados sólidos, líquidos e incluso gaseosos posibles.
La calle está llena de luces de colores, llena de anuncios con chicas hermosísimas, hombres musculosos, coches de diseño brillantes, impolutos. Sonrisas de ancianos, de adolescentes, de bebés. En televisión, las crónicas sobre las matanzas en Palestina las lee una bella locutora de labios carnosos. Las noticias son A entonces B. O simplemente: A. Nada más complejo se acepta porque se pierde audiencia, interés. Y todo se digiere: las imágenes trucadas por ordenador, las escenas de guerra real o fingida, la erupción de los volcanes, el guepardo que devora a la gacela. Las mismas ideas son repetidas por todos los canales, por todas las emisoras, por todos los periódicos: las mismas ideas simples cuyo único matiz de diferencia que se permiten está en la tonalidad de marrón que nos muestran...
y luego estamos las personas a las que su propio pensamiento les afecta a la digestión. Las personas a las que pensar de verdad, con los ojos abiertos nos causa ese dolor de estómago, las personas a las que se nos corta la digestión con ciertas cosas. No sé si será bueno o no, pero yo estoy malita ya.
ResponderEliminarUn besote Antonio.
cierto almu... el corte de digestión sería la siguiente parte de esta reflexión, comparto tu idea... otro beso, salud!
EliminarY hay incluso quienes no digieren todo aquello que se les muestra: sobreviene el empacho y deviene en vomitona, en el mejor de los casos. ;-)
ResponderEliminarUn abrazo
la metáfora es infinita, todo cabe jeje... y pienso: el empacho solo es posible cuando a la vez existe -a la vez, en otros- el hambre... otro tema de reflexión... abrazo!
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