Sucede que desde el año pasado yo odio la Navidad. No por nada en concreto, sino más bien por la acumulación de detalles: la falsa amabilidad, las sonrisas prefabricadas, la publicidad engañosa... Mil cosas más. Pero como iba diciendo: odio la Navidad. Y además, puedo recordar el momento exacto en que me dije -abierta y claramente- ODIO, ODIO LA NAVIDAD.
Fue durante el "Especial Raphael" de la 1. Coincide que aquel día había tenido mala suerte con el Photoshop ® y un par de falsificaciones se me habían echado a perder. Supongo que la voz enfática y los movimientos teatrales del anciano divo, aclamado cantante y fallido actor, no me ayudaban a relajarme. Mi mujer debió notar algo:
- Antonio, ¿te encuentras bien?
- No, sí... No, en realidad no... Debe ser Raphael...
- ¿Cambio de canal?
- Sí, no... No importa, no hace falta... Bueno, sí, por favor...
Pero el especial "Hormiguero" que había en el otro canal era aún peor.
- Odio la Navidad, cariño
- No te entiendo, Antonio
- Creo que me voy a dormir
- Yo creo que aún llego al bingo, ya debe haber terminado la misa del gallo y el reverendo debe estar esperándome
- De acuerdo
Intenté dormir, pero no podía. Tenía extraños y oscuros presentimientos. Aún no lo sabía, pero aquella noche me iba a suceder la experiencia más alucinante de mi vida. Al principio fue una especie de murmullo, luego un rumor, después unas pequeñas luces y de pronto allí estaba ella: el espíritu vaporoso de Concha Velasco, famosa actriz y fallida cantante, recordada por un único tema: "La chica ye-ye". ¿Sabes quién digo, verdad? Era alucinante.
El caso es que la imagen espectral de Concha me dijo:
- Soy el espíritu de las navidades pasadas, cuando una canción pegadiza era suficiente para hacer olvidar por unas horas los problemas de los españoles. Hemos notado que Raphael te ha hecho odiar la Navidad y he venido a impedirlo y evitar el "escándalo"... -Y se rio de su chiste sin gracia.
- Pero es falso eso que dices. Raphael es un cantante caduco y pasadísimo de moda, y seguramente de otras cosas, que me trae a la memoria el pasado más rancio, el franquismo, la horterada, la España negra... Además tú, Concha Velasco, ni siquiera estás muerta, ¿quién eres en realidad?
- Me temo que tendrás que acompañarme para que repasemos juntos los mejores temas del pop español de los 60...
- ¡Nunca!
Por suerte guardo en el cajón de la mesilla un revólver, por si algún cliente intenta chantajearme o algún vecino amenaza con meterse en mi vida. Casi sin apuntar disparé tres tiros contra Concha Velasco, con tan mala suerte que un casquillo rebotó contra la pared y me dio en un ojo. No la maté. Quedé cegado un instante, justo el tiempo para que el ignominioso fantasma huyera sin dejar ni rastro tras de sí, excepto por el grueso gabán sin botones que a modo de capa le cubría la huesuda espalda, que quedó allí tirado.
Mi mujer llegó horas más tarde, yo aún estaba despierto, aterrado. Traía un CD en la mano:
- ¡Mira lo que te traigo!
- ¿Qué es?
- Un CD de Concha Velasco ¿Te gusta? ¿Lo conoces?
- No conozco de ella más que su abrigo abierto y criminal... -Dije escondiendo de una patada el gabán bajo la cama.
- ¿Qué dices?
- Cosas mías
- ¿Sigues mal de lo tuyo?
- Peor que nunca
- Mira, yo vengo destrozada, he perdido mucho dinero, mejor me voy a dormir...
Aún tardé bastante tiempo en conciliar el sueño... Y desde entonces estoy esperando su regreso. Se acercan las navidades. Aumenta mi odio por estas fechas.
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