Antes de que vuelva
papá quiero que te vistas y tengas tus cosas recogidas, me decía el padre
Benigno todos los martes por la tarde. Al principio yo todavía confiaba en que
papá se diera cuenta de todo y me ayudara. No lo hizo. El padre Benigno solía
hablar afablemente con él cuando venía a buscarme a la parroquia y me decía Tu padre es un buen creyente con media sonrisa pintada de soslayo
sobre su pétreo rostro. Tenía razón: Para mi desgracia a mi padre jamás le
faltó fe, siempre creyó ciegamente en las palabras de aquel hombre atroz.
Qué triste y qué bien visto está.
ResponderEliminarCuántas historias de estas han quedado ocultas por padres como el del relato.
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