VENANCIO EL CANTAOR

- Déjala a ella que sea pájaro- me solía decir Venancio, en su cerrado acento extremeño, cuando cantaba. -La voz no se detiene ante muros ni barrotes, la voz es siempre libre. En el patio, los funcionarios, solían acudir bajo nuestra ventana para escucharle mientras fumaban. Ellos, como nosotros, perdían su vida entre los muros de la cárcel. Y yo les observaba escuchar pensativos, exhalando largas bocanadas de humo y esperando a que los ecos de la voz de Venancio empujaran las dispersas nubes provenientes de sus pulmones al otro lado de los muros, hacia la liberad.