- A la cola, como todo el mundo - Me repetía con insistencia
aquel guardia impertinente. Pero yo no podía esperar más para darme una ducha.
Todo era un error. Yo nunca debí llegar a aquel horrible sitio, indigno de
alguien de mi posición. Siempre fui fiel a nuestro amado führer, y lo que ahora
necesitaba era asearme y hablar con alguien importante que me sacara de aquel
campo. No tenía tiempo que perder. Aquel imbécil lo iba a lamentar.
Jaja. Tienes una ironía fina, de esa que te hace reír aunque sea mordaz, y no se debiera -caso de tipo que se resbala, se desmorra y no puedes evitar la risa, pero 'enmáspeor'-
ResponderEliminarNená