Año 138 antes de cristo.
Los romanos llevan ya algún tiempo en la península. No han venido a conocer mundo ni de turismo (¿qué es turismo?). Han venido a conquistar. A por los recursos y a por la riqueza de estas tierras. Nada más. Pero hay un pequeño problema: y es que en estos lares vive gente, gente que estaba aquí desde generaciones haciendo su vida, con su cultura (¿qué es cultura?), sus rituales, sus alegrías, sus penas. Con sus buenos y sus malos momentos, sus idas y sus venidas. A su rollo. Lo que se dice viviendo. Y claro, tarde o temprano tanto romanos como locales están destinados a chocar.
La historia nos cuenta que un jefecillo lusitano llamado Viriato resiste -como Astérix- "ahora y siempre al invasor". Pero sin poción mágica, claro, aunque con algunos éxitos iniciales. Pero Roma, el Imperio, tiene la solución: soborna a varios de sus compañeros -que para eterna vergüenza de sus nombres diré que se llamaban Audax, Ditalcos y Minuros- para que asesinen al incauto de Viriato mientras duerme. Y muerto el perro se acabó la rabia, pensarían los romanos, o lo que es lo mismo: Mortuus canis iratus non iam, o algo así...
Lo gracioso es que cuando estos "amigos" de Viriato van a cobrar su recompensa lo que se llevan en lugar del dinero prometido es esta frase, esta perla de sabiduría imperial: "Roma traditoribus non praemiat", que quiere decir "Roma no paga a traidores". ¡Ja!
Esta sencilla y edificante historia refleja para mí lo que sería la llegada de la civilización a Iberia, la base desde donde se sustentan muchas de las cosas que pasaron en estos pagos a partir de entonces y que se resume en esa breve pero contundente idea: "Roma no paga a traidores". Y ya hablemos de Bellido (o Vellido) Dolfos, de Al-Mu'tamid de Sevilla, de la expulsión masiva de judíos y musulmanes, los últimos años de Quevedo (y de otros muchos artistas), los autos de fe de la santa inquisición, el reinado de Fernando VII, el nobel fallido para Pérez Galdós, Franco y su guerra civil y tantas y tantas y tantas que ahora mismo paso de mencionar, la conclusión, el mensaje viene a ser el mismo: Roma no paga a traidores.
Y así llegamos a hoy, cuando ya preveo la cara de sorpresa de muchos de mis compañeros, de otros muchos trabajadores públicos, cuando más pronto que tarde, llegado el momento de reventar y hacer desaparecer todo rastro de lo que eufemísticamente fue llamado estado del bienestar, piensen, o digan, o incluso manifiesten, que siempre fueron buenos funcionarios, que trabajaron abnegadamente por el bien de todos. Y será verdad, claro. Y cuando luego, o antes, o a la vez, otros miles, millones de ciudadanos sean conscientes y digan de que ellos no, ellos nunca, que ellos jamas cometieron una falta: madrugaron, trabajaron, pagaron impuestos, respetaron señales de tráfico, no lanzaron piedras contra bienes ajenos, ni contra la policía, no robaron pilas en el supermercado, no hicieron mal a nadie y que por qué, por qué, por qué ellos, por qué a ellos que siempre fueron buenos, votaron, creyeron, siempre colaboraron, siempre obedecieron. ¿Es éste el pago que merecemos por nuestro sacrificio, por nuestro esfuerzo? ...
Pero entonces, ¡ah entonces! entonces ya sabremos la respuesta, porque siempre hubo, todavía hay, un ellos y un nosotros. Y Roma no paga a traidores.
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ResponderEliminarHistorias de atrás y vuelta
ResponderEliminarViriato ha muerto
Servilio no paga
y tú a pactar Táutalo,
Lusitania romana
los libros destacan
urbano y calzada
en Vía de la Plata
peculio hacia Roma
el pueblo a callada
nos recuerda Bertolt
la historia pequeña:
quién a mina baja,
qué engorda a los jefes,
qué aquí jefecillo
cogiendo migajas
Almadén ultraje
artesano a alfar,
escribiente y toga
cuenta el funcionario
de Hispania romana
pasar pasa nada
muere la República,
y con decir Murphy,
la cosa se agrava,
te traen el Imperio
provincia romana
entierran falcata
y a los más a nada
pienso en lo antes dicho
y otra historia cuadra,
cosas de mayores
batallas pasadas,
si te canso dejas
si te intrigo avanza
pasó en otro tiempo
nació un Espartaco,
en Tracia, hoy Bulgaria,
el hombre en esclavo
como cosa acaba,
la nariz le inflan
el tracio levanta
empuña la espada,
el patricio ordena
temor al plebeyo
el esclavo ataca,
terror los segundos
se frota el primero
no duda, a por ellos
es el Craso jefe
quién a esclavos mata
en Guerras Serviles,
no una son varias
añitos más tarde
cincuenta y más nueve
sin era cristiana,
el Craso en el historia
aspira a ser cónsul
pactando triunviro
con Pompeyo y César
el de Cleopatra,
sin mediar enmienda
elección finada
el tío va y gana
nació Crasocracia,
gruesas pretensiones
prebendas ganancias
de pastel se queda
de reparto tierra ajena
a quien la legión manda
me recuerdan estas cosas
recientes sucesos
en la hoy Hispania
el imperio más aprieta
la Piel de Toro se aguanta
los funcionarios se callan
frente a otra legión, la banca
con votos de punto y cracia
ahora vienen a por ti
a ver qué dices que hiciste,
se nos repite la Historia
sin remisión ni batalla
alucinante rafael, menudo cantar de gesta te has marcado... un abrazo!!
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