Los recortes en la sanidad pública implicaban, entre otras cosas, que yo, como conserje del ambulatorio, debía atender a algún que otro paciente durante la hora del bocadillo.
Hasta aquí todo normal, porque¿qué mal podría traer? ¿que me equivocara en alguna receta o en la dosis exacta de pastillas o gotas para los ojos? Nada, aquello no tendría la menor importancia según la circular que habíamos recibido de la consejería de sanidad, pues todo el mundo sabe que el catarro o la gripe se curan SOLOS, con reposo y buenos alimentos, y que si alguien se atiborrase de jarabe no supondría ninguna consecuencia grave. Y además, que en los prospectos se explica todo. ¿O no?
- Antonio -me dijo el jefe de conserjería- tú di siempre que se lean bien el prospecto, así te lavas las manos. Y ya sabes que un buen médico tiene que tener siempre las manos limpias...
Y funcionaba: todo iba como la seda, los pacientes estaban contento conmigo y yo tenía historias curiosas para contar en el bar a los amigotes. De todas formas, convendrás conmigo, era lógico que me encontrara un poco nervioso cuando me encargaron mi primera operación a corazón abierto.
- Será el lunes a las once, Antonio. Ven media hora antes para que te expliquemos en qué consiste
- ¿El lunes? Yo es que los lunes no estoy muy allá...
- ¡Pero si es muy fácil! ¿Puedes conseguir un bisturí de aquí a entonces?
- ¿Un bisturí?
- Sí
- ¿Qué es un bisturí?
- Un cuchillo. Una especie de navaja para médicos.
- ¡Ah, sí! Tengo una para cortar el queso y abrir el pan del bocata del almuerzo... ¿Servirá?
- Servirá
Vale. Pero el caso es que el fin de semana anterior estuve bastante intranquilo, no podía pensar en otra cosa: si encendía la televisión había una película de médicos y hospitales, si salía a dar una vuelta por el parque no encontraba más que jeringuillas tiradas por el suelo, y si buscaba porno en internet no aparecían más que enfermeras. Era angustioso.
Decidí bajar al bar de Rafa y emborracharme hasta caer desmayado, de esa manera olvidaría mis problemas y estaría en óptimas condiciones para afrontar una siempre complicada operación a corazón abierto.
- Hola, Rafa... Ponme un vodka. Doble.
- ¿Qué te pasa, Antonio? Te noto alicaído
- Nada... Problemas en el trabajo...
- Entiendo... Cada vez nos explotan más, está la cosa fatal
- Qué me vas a contar, mañana lunes tengo una operación a corazón abierto en el ambulatorio
- ¿A corazón abierto? ¡Qué barbaridad! Te pongo un poco más de vodka entonces...
- Gracias
- Tranquilo
- Joder, Rafa, si fuera una extirpación de apéndice... O no sé, un trasplante de riñón, por ejemplo... Pero ¡una operación a corazón abierto! Tiene cojones la cosa, no sé si estoy preparado...
- ¡Claro que lo estás, amigo! Por cierto, no te gires, sería mejor que no miraras para este lado...
- ¿Por?
- Porque acaba de entrar una persona que tal vez podría ayudarte, es cliente habitual y buena gente
- ¿Quién es?
- Emilio Aragón
- ¿Emilio Aragón puede ayudarme?
- Sí, no olvides que fue protagonista a finales de los noventa de la serie "Médico de familia", serie que, por si no te acuerdas, fue líder de audencia
- ¡Líder de audiencia! ¡Es verdad!
- Voy a llamarle... ¡EMILIO! ¡EMILIO, VEN AQUÍ UN MOMENTITO, ANDA!
Y la verdad es que Emilio fue ciertamente muy amable, me explicó todo lo que él sabía fruto de su experiencia interpretando al personaje de Nacho, el simpático médico que hizo las delicias del publico familiar hace ya casi dos décadas. Me enseñó, por ejemplo, que lo importante es siempre ser uno mismo, y que no importaba si, por ejemplo, iba con bambas a trabajar siempre que fuera buen médico o, que a pesar de que yo había empezado desde lo más bajo como él, que comenzó siendo un triste payaso mudo comparsa en un rancio espectáculo circense, si me lo proponía algún día podría llegar a dirigir mi propio hospital o canal de televisión, siempre que pusiera lo mejor de mí y, por supuesto, me relacionara con la gente adecuada.
- Entonces, Antonio, -Me dijo Emilio con esa amable sonrisa con la que ya nos cautivó a todos cuando presentaba VIP Noche en Telecinco- ¿en qué hospital trabajas?
- No es un hospital. Es un ambulatorio, lo que pasa es que a menudo nos derivan pacientes del Hospital Provincial
- ¡Ah! ¿Y cuándo es la operación?
- Mañana lunes. A las once.
- Bien. Entonces puedo decirte una cosa más: Tranquilo, Antonio, todo va a ir bien, estoy seguro de que no tendrás ningún problema con esa dichosa operación, estoy convencido... Y ahora debo irme. Adiós, amigos...
- ¡Gracias, Emilio!
- Y recuerda: Ante todo tranquilidad, no va a pasar absolutamente nada
Y se fue por donde había venido, esto es, por la puerta del bar. Mientras yo, mucho más relajado, me tomé otro par de vodkas antes de que Rafa cerrara el garito.
Al día siguiente, con un poco de dolor de cabeza por la resaca, todo hay que decirlo, llegué más o menos entero a las diez y media al ambulatorio. Y a las once en punto, cuando salí a llamar a mi esperado paciente comprendí la profunda razón que escondían las claras palabras que había escuchado el día anterior por boca del compositor e intérprete de éxitos como "Cuidado con Paloma" en el bar de Rafa. Con mi voz raspada por la madrugada grité el nombre del enfermo:
- EMILIO... ¡EMILIO ARAGÓN!
Nadie respondió.
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