miércoles, 28 de marzo de 2012

LA HUMILDAD ES UN LUJO QUE NO PODEMOS PERMITIRNOS

Odiaba a mi ex mujer. Desde que nos habíamos separado no soportaba verla, el sonido de su voz me molestaba, todo lo que hacía, cómo fumaba. Todo. Y eso que, al principio, la cosa iba bien:

- Somos gente civilizada y por el bien del niño tenemos que aprender a llevarnos -decíamos.

Y sí, al principio así fue. Al principio. Quedábamos una vez cada quince días, me comentaba cómo le iba al chico y luego me dejaba marchar.

Pero, poco a poco, fue acorralándome de la misma forma que lo hacía durante la última etapa de nuestro matrimonio; que si pasaba demasiado tiempo fuera del país, que si no llamaba, que si le llegaban cartas con multas desde ciudades con nombre extraño, etc.

- Y a ti qué te importa- le contestaba. Y por ahí comenzaban nuestras nuestras discusiones...

Una vez me llamó, todo alarmada, con que si yo había quemado el coche, que los del seguro llamaban todos los días.

- Sí, he quemado el coche, pero son cosas mías. Tú no te metas, ya les llamaré yo...
- Pero... ¿Por qué has quemado el coche?
- Porque es así, son cosas mías. He tenido que quemarlo. Pero tú no les digas que lo he quemado yo, ¿entiendes? Di que no sabes nada. Ya les llamaré yo, ¿vale?
- Pero qué les voy a contar si no sé nada, ¡si no me lo cuentas!
- Mira, ya hablaremos en otro momento, ¿de acuerdo?... Otra cosa, ¿cuándo nos vemos? ¿cenamos juntos este viernes, por ejemplo?
- Este viernes, sí
- ¿Dónde siempre?
- No, donde siempre no. Vamos a ir a un restaurante nuevo...
- ¿Un restaurante nuevo? ¿Por qué?
- Pues porque son cosas mías también, ¿vale? Iremos a un restaurante nuevo y punto. Y lleva los papeles del coche, quiero verlos
- ¡Pero si los he quemado!
- ¡Imbécil! ¡YA HABLAREMOS!

Así era nuestra relación postmarital: imposible, basada en la desconfianza y en la falta de respeto... ¿por qué no quería decirme el motivo de ir a un restaurante que yo no conocía? Me sacaba de quicio que no me contara las cosas, ¿quién se creía que era? ¿por qué me trataba así?

Llegó el viernes y me citó en un restaurante inaudito, un sitio de esos de moda, de diseño, con platos elaborados por un "artista". Y no es broma, en la carta lo ponía bien claro: "ARTISTA COCINERO: FERMÍN ABDULLAH ETXEBARRIGORRIRI". Menuda pijada. ¡Y carísimo además! Eso fue lo que le dije nada más verla esperándome sentada en una mesa para dos de aquel lujoso antro:

- Este sitio es carísimo, ¿estás loca?
- Llegas tarde, Antonio
- ¡Carísimo!
- Te voy a invitar yo, así que relájate
- No quiero que me invites
- Bueno, pues paga tú, a mí me da igual
- Ni hablar
- ¡Pues cállate! Ahora salgo con un tío con pasta y me puedo permitir algunos caprichos
- ¿Un tío con pasta? ¿Quién?
- No es asunto tuyo...
- ¡Sí lo es!
- Anda, déjame en paz...

Enlazábamos discusión tras discusión. Se nos daba bien discutir: primero que si del tío con quien salía, luego de los recibos que yo no pagaba (aunque lo intentaba, ¿eh?), después que si el coche incendiado (¡otra vez!), a continuación que si los estudios del niño (tripitidor de la eso)... y de ahí a que no le llamaba, y de ahí a mis viajes al extranjero... Nos sirvieron el primer plato:

- Oye- le dije a mi ex mujer- pero esto... ¿qué mierda es?
- Lomo flambeado de pato con endivias criogenizadas en salsa arábiga
- ¡No pienso comerme esta basura, huele fatal!
- ¡Pues no te la comas, imbécil, a mí qué me cuentas!
- Además esto no es pato, parece otra cosa
- Es pato. Y la salsa lleva además foie de pato. Para acompañar.
- ¿Para acompañar qué? No hay nada más, nada que acompañar...
- Sí, ahí tienes el lomo
- No se ve
- Sí se ve
- No
- Sí
- ¡NO!
- ¡SÍ!

Estábamos empezando a llamar la atención, en un principio de las mesas cercanas, después de toda la clientela, y al final del jefe de camareros que estaba en la otra punta del local.

- ¿Sucede algo señores?
- Sí, el pato- dije yo
- ¿El pato?
- El pato
- ¿?
- Esto es una mierda, ¡una mierda!, ¡fíjese!, ¡mire!, ¡MIRE! ¿Con qué está hecho?
- Me temo que no se lo puedo decir caballero, es una receta ex-clu-si-va de este restaurante y nosotros...
- ¡ESTO ES UNA MIERDA!
- Por favor caballero, le ruego que no grite... acompáñeme y solucionaremos el asunto... acompáñeme, por favor...

Me condujo hasta la cocina. El calor allí era insoportable y los cocineros se afanaban en remover cacerolas repletas de papillas de varios colores.

- Caballero, efectivamente, usted tiene razón: la guarnición la elaboramos con mierda de camello traída directamente desde Arabia en servicio exclusivo para este nuestro, su, restaurante... Es un producto muy selecto al alcance de muy pocos, y ya le adelanto que es una mierda carísima. Así se lo digo porque la humildad es un lujo que no podemos permitirnos. Hemos ganado varias estrellas culinarias gracias a este receta.... Ahora le ruego por favor que guarde nuestro secreto y que cuando vuelva a la mesa pueda saborear los matices que nuestros expertos cocineros dan a este producto... Considérese afortunado ya que, como le digo, muy pocos paladares occidentales tienen a su alcance esta delicatessen... Disfrute de la comida y si tiene algún problema no dude en llamarme...

Mucho más tranquilo, regresé con mi ex mujer y me senté a la mesa.

- ¿Pero qué pasa, Antonio? ¿Ya estás dando la nota? ¿Qué te han dicho? ¿Nos van a echar del restaurante?
- Nada, nada... Todo arreglado... Sin problema... 
- ¿Pero qué te ha dicho? ¿Qué hacemos ahora?
- Nada, nada... Come, come...

3 comentarios:

  1. Jaja. 'Nada, nada...Come, come...'
    Estupendo.

    Nená

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  2. Qué hambre, ¡joder!
    Muy bueno ;)

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  3. Me ha dado la risa floja con el "Esto es UNA MIERDA" y me he acordado de un monólogo de no sé quién en el que dice:

    -Señor, ¿cómo ha encontrado usted el solomillo?
    -DE MILAGRO debajo de UN GUISANTE.

    Voy a seguir leyéndote.

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