viernes, 29 de abril de 2016

FOTOGRAFIABA CON EL PULSO FIRME

Ya estaba harto de mandar currículums, de responder anuncios y del boca a boca: sencillamente no había trabajo: NADA. No había absolutamente nada que yo supiera hacer y que fuera demandado en el mundo laboral. Muy de vez en cuando recibía correos electrónicos con alguna oferta totalmente inapropiada para mis condiciones, como las de "buzoneador", que tenía que rechazar sin darle muchas vueltas ya que no sé nadar.

Y así pasaba los días, entrando en internet y abriendo latas de cerveza hasta que cerraba sesión.

Por fin, un día, me llegó un mensaje a la bandeja de entrada que parecía jugoso: una agencia me ofrecía un puesto acorde a mis aptitudes: no había que tener ningún tipo de formación específica, simplemente pedían una persona con paciencia... Miré el montón de latas de cerveza vacías que había ido arrojando junto a la mesa del ordenador, tomé una foto de las mismas y la adjunté al mensaje de respuesta explicando que no había echo otra cosa sino esperar echando un trago de vez en cuando a que llegara esta oportunidad.

Parece que debió gustarles mi candidatura porque me citaron en un pabellón de deportes. Cuando llegué había muchísima gente, empecé a pensar que me habían timado y que, pensándolo bien, yo no era un tipo tan especial: cualquiera sirve para mandar currículums por internet y trasegar cerveza mientras tanto.

Pero no, sin saber de dónde, apareció un señor bajito que me saludó:

- ¡Antonio!
- ¡QUÉ SUSTO! ¿De dónde sales?
- Justo de detrás de ti
- ¿Por qué hay hoy tanta gente por aquí? ¿Tienes más candidatos?
- ¡Nooo! ¡Tú eres mi único candidato, tu carta de presentación era perfecta! Toda esta gente está aquí porque actúan los Pet Shop Boys.
- ¿El famoso dúo británico de pop electrónico?
- Eso mismo. Yo soy fotógrafo y tú mi ayudante... Si aceptas, claro
- ¡Acepto!

Sin más dilación me dio una pase de prensa y entramos en la oscura sala. Le vi tomar algunas fotos, la verdad es que el tío fotografiaba con pulso firme, era un profesional. Me extrañó que ninguna fotografía parecía ir dirigida hacia nada en concreto, parecía un animal al acecho con una cámara entre las manos. Un animal irracional, concretamente. En cierto momento se giró hacia mí y me dijo:

- Antonio, no soy fotógrafo musical, soy un artista, un AR-TIS-TA... Mi intención es captar algo más profundo que la realidad, el hieratismo supino, la ausencia de tiempo, el vacío existencial en un ademán o en una mueca... y tu misión es orientarme, armarte de paciencia, buscar, instruirme, llevarme hacia algún destino, como prometías en tu mensaje...

No me dejé obnubilar por sus necias palabras pues ya sabía perfectamente lo que quería. A empujones lo conduje hasta el escenario. Allí, enfrente de nosotros estaba su objetivo. Le señalé al teclista.

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