Y digo yo, que es increíble, es increíble... ¿verdad?
Porque, vamos a ver, vamos a ver, vamos a ver... España, "cruce de culturas", eso dicen ¿no? que si cruce de culturas, de caminos, que si millones de personas desde aquí y desde allá, asentándose aquí, en esta península.
Reproduciéndose por generaciones,
fundando pueblos,
levantando dólmenes,
construyendo templos.
Y que luego van llegando otros, y otros, y muchos más. Y casi todos van a los mismo sitios: a la costa mediterránea, a la cornisa cantábrica, a los valles del Ebro y del Guadalquivir. Y después también a las mesetas, y a las montañas, y también a la extremadura. Gente y más gente, asentamientos y más pueblos nuevos. Y nuevas vías de comunicación y contacto: la ruta de la plata, el camino de Santiago, los pasos pirenaicos...
Tartesos, celtas, vetones, romanos
Íberos, cartagineses, visigodos, musulmanes.
Vascones, astures, griegos, fenicios.
Cántabros, flamencos, ilergetas, carpetanos...
Y muchos más.
Por eso digo que es raro. Muy raro. ¿No crees?
Que me parece muy raro que durante las cuatro décadas largas de construcción y burbuja inmobiliaria no han salido, no se han hallado, no se han encontrado -siquiera por casualidad- restos arqueológicos de ningún tipo. ¡Cuando más se ha rasgado, removido y escarbado la tierra!
Nada ni construyendo rascacielos ni centros comerciales.
Ni renovando centros de ciudades.
Ni construyendo metros, aeropuertos u hospitales.
Ni en el trazado de radiales de peaje.
Nada.
Ni en los costosos edificios emblemáticos, ni en los nuevos puertos y canales.
Ni en las villas olímpicas ni en los auditorios rurales.
Ni en casas del obispo ni en las nuevas catedrales.
Ni siquiera en las líneas de ave.
¿Nada?
¿Nada de nada?
Es raro. ¿o tal vez no? ¿O sólo yo lo pienso? Que el coste del enriquecimiento de unos pocos es más de lo que parece, que el daño que no se ve es tal vez mucho mayor que la obscena pobreza que comienza a inundar las calles de España.
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