- No somos libres y gritamos libertad, qué curioso, ¿no? - Bromeó Julián totalmente fumado.
- ¡Chsssttt! ¡Cállate! ¿Quieres que nos metamos en un lío? ¡Como nos pillen así, verás! -Susurré, intentando que ningún manifestante de nuestro alrededor notara nada raro.
- Pero es que tampoco somos mujeres, ni estamos casados, ni abortamos, ni pagamos impuestos en este país... ¡Ja, ja!
- Como no te calles te quito la marihuana, idiota... y ahora corea lo que quiera que esté gritando el obispo por ahí adelante, no vayamos a joderla, padre Julián, que por ahí vienen los de la tele...
Antonio, qué curiosidad me causa tu texto. Entiendo que son dos sacerdotes que intentan mostrar solidaridad por una causa que al parecer no comparten o apoyan del todo o por la que sienten verdadera indiferencia por lo que tienen que manejarse con cuidado y disimulo. Si es así, creo que tu texto resulta muy práctico para aludir a la sensación de identificación con lo social que el sector religioso intenta aparentar pero que por su naturaleza no puede ni siquiera entender o aceptar.
ResponderEliminarNo sé si estoy en lo correcto pero esa es la interpretación que le he dado. Espero no esté muy alejada de la realidad. Saludos. :)
Hola Antonio. Yo lo he interpretado un tanto distinto a morrocotuda. Yo entendí que eran dos sacerdotes inmiscuyéndose en medio de una protesta a favor del aborto, esperando a que llegara la prensa (mientras se relajaban con un porrito), para dar su opinión en contra del aborto.
ResponderEliminarPero bueno, sea que mi interpretación sea correcta o no, el cuento me pareció divertido.
Saludos.