Pues bien allí estaba yo entonces, sentado en la parte alta de las escaleras. Los temas de la asamblea se iban sucediendo: intervenía una chica joven, luego un señor más mayor, luego un anciano, y luego un chaval.... Muchos son amigos míos y sé cómo están: sin curro, sin pasta, algunos viviendo con los padres aunque tengan mi edad, currando de lo que pueden o directamente sin poder trabajar de nada... En cierto momento, alguien empezó desde lejos a gritarnos cosas como "etarras", "hijosdeputa" o "buscaos un trabajo". No le hicimos caso, pero equiliquá!
No hay trabajo, se quejan (nos quejamos) y el que hay, ¿dónde está? ¿en qué condiciones? Recuerdo uno de los lemas que he leido en Sol y en otras partes estos días: MANOS ARRIBA, ESTO ES UN CONTRATO, dice su texto.
Pero claro, puede ser peor -siempre puede ser peor- que un simple "manos arriba", la cuestión puede ser peor que un robo: el trabajo precario puede matar. Ya. Ya sé que lo único parece matar es el alcohol y la velocidad, pero no, amigos: el trabajo precario puede matar. Y lo hace, y mucho.
Es curioso estar hablando de estos temas en la asamblea y que justo en ese mismo momento, enfrente de mí, enfrente del ayuntamiento, en una instalación montada para ese propio ayuntamiento, yo mismo, sin moverme de donde estaba sentado, pueda grabar esto con mi cámara de fotos: (el vídeo dura 37 segundos, aunque el tipo se estuvo columpiando por ahí unos diez minutos. De fondo se oye la asamble de indignados)
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