martes, 16 de abril de 2013

NO ME DEJAN BAÑARME PORQUE MI PANTALÓN ES NEGRO Y DICEN QUE DESTIÑE

La baja de Urdangarín en el Comité Olímpico hizo mover el escalafón, la pirámide de poder del deporte español, y quien era subsecretario pasó a ser secretario, y quien era ayudante técnico pasó a ser capataz y yo, que era bedel en la piscina climatizada, pasé a ser ayudante en el equipo nacional de natación sincronizada.

El cambio me lo comunicaron utilizando la técnica psicológica denominada "expectativa positiva", técnica que yo desconocía entonces, pero que te paso a relatar:

- Antonio, llevas muchos años en esta piscina
- Sí, muchos
- ¿No crees que mereces un ascenso?
- No sé... merezco, tal vez, un aumento de sueldo
- Claro, claro... Y dime, ¿te gustan las chicas en bikini?
- Bueno, las chicas me gustan,  sí
- ¡Pues estás de suerte!
- ¿Qué?
- Vas a ser el nuevo enlace del equipo de natación sincronizada
- ¿Quieres decir llevar recados arriba y abajo como un tonto?
- ¡Qué va! Bueno, sí... pero...
- ¿Tendré que seguir echando cloro a la piscina?
- Bueno, el cloro hay que seguir echándolo, claro...
- Entiendo
- ¡Pero no tendrás que fregar ya más los vómitos de la sala infantil, de eso se encargará el nuevo!
- ¡Estupendo!
- ¿Aceptarás?
- ¡Aceptaré!

Al principio me encargaron misiones sencillas, como lavar los bañadores de las chicas, labor por la que por cierto fui felicitado, ya que cuando estaba el enlace anterior siempre se perdía alguna braguita. Con mi diligencia en esta y otras labores fui poco a poco ganándome el corazón de todo el equipo, por lo que me fueron encargando labores de mayor responsabilidad. Estaba contento con mi nuevo puesto.

En dos meses se iban a celebrar los campeonatos de Europa y un secretario de la federación en persona me eligió para transportar los anabolizantes y otro tipo de sustancias que nos iban a facilitar conseguir una plaza en la próxima olimpiada.

- Antonio, entiendo que eres consciente de la importancia de tu labor, el equipo confía mucho en ti
- Entiendo, señor X (nombre eliminado por consejo legal)
- Pero antes dime, ¿qué es lo más importante?
- Llegar a tiempo, señor X (nombre eliminado por consejo legal)
- No
- ¡Refrigerarlo!
- ¡No!
- um... ¡el Ph!
- ¡NO, NO Y NO!

Yo ya no sabía qué decir, estaba a punto de rendirme cuando el propio secretario me aclaró el enigma:

- ¡Lo más importante es que no te descubran los inspectores olímpicos que pulularán por allí! ¿Entiendes? Bueno, ni los inspectores ni los enlaces de los otros equipos... Es más, si puedes descubrir a alguno de ellos con drogas tanto mejor, un enemigo menos...

Como te puedes imaginar, con semejantes instrucciones, el día de la competición estaba muy nervioso. Me sentía torpe, débil y estaba seguro de que me descubrirían tarde o temprano. Sudaba. Me temblaban las manos. El complejo acuático donde se celebraban las pruebas era bastante grande y todas la personas con las que me cruzaba me parecían ser inspectores olímpicos. Pero tenía una misión y no podía detenerme ahora.

Llegado el momento traté de, disimuladamente, llegar hasta las chicas de mi equipo para dejarles la mercancía junto a un gorro de baño, como habíamos acordado. Sin embargo, no bien hube andado unos pasos hacia la pileta, dos tipos me abordaron por sorpresa. Eran inspectores. Inspectores olímpicos, nada menos:

- ¿Dónde va usted?
- Voy a ver a mi equipo que está allí y que...
- No puede ser
- ¿Por qué?
- Porque si lee las indicaciones de obligado cumplimiento en esta o en cualquier otra piscina, sabrá que es obligatorio ducharse antes de entrar al vaso, así como descalzarse y pasar por el pediluvio
- Pero...
- No hay peros que valgan
- Es que no me dejan bañarme porque mi pantalón es negro y dicen que destiñe
- Pues quítese el pantalón para ducharse, hombre de dios
- De acuerdo

De esta forma, aunque con la camiseta y la chaqueta empapadas, había logrado superar la barrera de inspectores olímpicos y ya nada podía detenerme. O no. Aún me quedaba un último obstáculo nada desdeñable llamado Irina, que era sin ir más lejos la enlace del equipo bielorruso y a quien yo ya conocía de otras ocasiones. Me seguía de cerca. Sospechaba algo. Antes de que diera la voz de alarma decidí acercarme a ella y tratar el asunto cara a cara, sólo así podría tal vez llegar a un acuerdo con ella:

- Irina, tú y yo venimos a lo mismo. Respetémonos.
- Nunca, Antonio, nosotras estamos limpias esta vez
- ¿Qué quieres de mí entonces?
- ¿Que qué quiero de ti? ¿Aún lo dudas?

Irina, por si no la conoces, te diré que es una auténtica atleta de la estepa: metro noventa y pico, ciento cincuenta kilos largos de peso y que, según comentan, antes se llamaba Vladimir, cuando ganó una medalla de plata en halterofilia en Seúl 88.

- Irina, por favor, qué quieres de mí
- De momento sólo quiero que me respondas una pregunta...
- Dime
- ¿Es para ti muy importante que la selección española de natación sincronizada se clasifique para la próxima olimpiada?
- Sí
- ¿Tanto como para que tú y yo...?

Y hasta aquí puedo contar. Tan solo diré que Irina fue detenida a su regreso en el aeropuerto de Minsk por posesión de estupefacientes: con una pequeña parte de lo que yo llevaba y que pude camuflar entre su ropa como venganza... Porque el resto... ¡JA! EL RESTO AUPO A ESPAÑA A LA CIMA DEL MEDALLERO DE AQUELLOS CAMPEONATOS! ¡VIVA!

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