jueves, 4 de octubre de 2012

SOÑÓ CON DERRIBAR CON LOS PIES

La primera vez que lo vi me hizo gracia. En el informativo del canal local de televisión, el alcalde explicaba no sé qué nuevas inversiones de capital saudí en el municipio que nos haría a todos ricos etcétera, cuando, de repente, apareció en imagen el nombre del alcalde, don Vicente, y debajo del mismo un corto pero impactante subtítulo: "Jugador de ruleta". Me hizo gracia, como digo. Me reí. Y ya está.

Fue al cabo de un par de semanas. Yo no soy (era) muy aficionado a la televisión, y menos al canal local, pero por algún motivo allí estaba otra vez viendo al alcalde comentar que se iban a demoler unas casas antiguas donde vivían inmigrantes y que se iba a detener a todos los que fueran allí a impedir el derribo. Y volvió a surgir el chistoso subtítulo. En esta ocasión decía: "Propietario de perros peligrosos". Me volvió a hacer gracia. Y no sólo eso. Me aficioné como nunca al canal local. Me fijé en que cada vez que salía el alcalde se producía un error similar. Vi cómo le presentaron como "Fugado del psiquíatrico", "Maltratador de mujeres", "Yihadista", e incluso "Entrenador del Atlético de Madrid", lo cual fue seguramente lo más doloroso para él, madridista confeso -si es que alguna vez veía aquel demencial informativo.

Finalmente llegó mi oportunidad. Gracias a un fallido intento de suicido que protagonicé -no por nada, no os preocupéis, tan solo para llamar la atención de una mujer- me llamaron del canal local para entrevistarme. Estaba loco de contento. No sólo podría enseñar en horario de máxima audiencia mi reciente tatuaje genital con el nombre de Susana, sino que podría investigar el extraño caso de los subtítulos fallidos.

Me planté en la redacción del canal local con casi dos horas de antelación para prepararlo todo cuando, para mi sorpresa, quien me recibió en la puerta fue el mismísimo marido de Susana. Aquello me turbó un poco, pero no dejé que mi ánimo se quebrará, iba a hacerlo todo como tenía pensado cayera quien cayera, faltaría más. 

El pobre tipo me condujo hasta una sala de espera y me dejó allí, solo, delante de una pantalla donde en ese momento se proyectaba el informativo local, y en la que no tardó en aparecer el alcalde, esta vez hablando del proyecto del ayuntamiento para prohibir fumar a los menores de cuarenta y tres años en todo el término municipal, subrayándose su nombre con otro inquietante subtítulo: "Ex drogadicto".

No me lo pensé. Me levanté y fui corriendo hasta la sala de dirección del informativo. No había nadie. Estaba oscuro. Avancé un poco a tientas cuando vi, agazapado en una esquina, manejando un ordenador pórtatil y cambiando él mismo con la ayuda de un ingenioso programa para hackers todos los supuestos títulos incoherentes que acompañaban al nombre del alcalde, al mismísimo alcalde.

- ¡Le pillé don Vicente!

Se sobresaltó, no me esperaba y entró en pánico:

- ¡Detente por favor, Antonio, no me hagas nada! ¡NO ME DELATES!

Él me conocía de aquellos tiempos en los que fui injustamente acusado y detenido por perseguir a su mujer.

- Pero, ¿por qué hace esto don Vicente?
- No sé. Fue una ocurrencia tal vez absurda, pero que me tiene enganchado. En realidad supongo que soñé derribar con los pies de foto la distancia insalvable entre político y votante, ya sabes, ayudándome del humor y esas cosas...

No respondí. Le dejé allí y me fui. Aquello sí que era un notición para contar en directo. Iba a gritarlo todo durante mi entrevista. Susana iba a flipar.

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