lunes, 11 de abril de 2016

SONÓ EL TELÉFONO A LAS DOCE DE LA NOCHE (NO PODÍA SER ÉL)

Salí corriendo. No estaba aterrorizado, aquello no era miedo, no sé cómo explicarlo. Miedo no. ¿Sabes cuando en medio de la noche una gota se escucha en el fondo del sueño? ¿Sabes de una risa demasiado estridente dos mesas más allá? Eso era. Miedo no: locura. Me había vuelto loco.

Apenas cogí dos camisas, un pantalón vaquero sin planchar, el cepillo de dientes de milagro y cerré la puerta tras de mí. Si me daba prisa aún quedaba un último autobús a la ciudad. Correr, correr, correr. Justo. Después un búho al aeropuerto. Quedaban más de tres horas para el próximo avión.

Siempre he aborrecido los aeropuertos de provincias: no hay turistas, no hay gente hablando en otras lenguas, no hay nadie.

No tardé en darme cuenta de un error de principiante: en el bolsillo de la chaqueta llevaba el teléfono móvil y, sin duda, sonaría en breve. Lo arrojé en una papelera, con disimulo, compré una revista musical, me relajé.

Al montar en el avión tuve algunos sustos. El primero que la voz del piloto era la suya, luego la azafata habló en ese mismo tono del que huía; la gente, todo el mundo, parecía ser él o ella, todos eran ella o él. Pedí dos o tres whiskys. Me dormí.  El avión cruzó el océano a mil kilómetros por hora y yo estaba dormido y todo me daba igual. Llegué a Nueva York, todo me parecía una película. Es lo que suele decirse, pero es que era verdad. Al menos estaba lejos, todo por fin había terminado.

Alquilé una habitación en una pensión cualquiera. Me sorprendió no ser el único que hablaba en castellano. Me dio miedo y enseguida se me pasó. Luego me volvió el miedo. Aquellas voces también eran.

Me di una ducha, me acosté. Intenté olvidar. Pasó el tiempo. De repente sonó el teléfono a las doce la noche: no podía ser él. Contesté.

Fue cuando supe que no tenía escapatoria, que daba igual viajar, perder el móvil, correr, huir... daba igual: siempre estaría allí él, o ella, o alguien como ellos preguntando que si sí, que si yo, que si tal vez, que si había considerado cambiar de compañía, de contrato, de teléfono; pero sobre todo que no colgara, déjeme acabar, escúcheme, no se retire, escúcheme...

No hay comentarios:

Publicar un comentario