En silencio. Cargo el cartucho, apunto firme. Se repetía mentalmente: tansolocumploórdenes, tansolocumploórdenes, tansolocumploórdenes... para intentar tranquilizarse. Disparó. En pleno rostro. El cráneo reventó y la sangre llovió en todas direcciones. Mientras, el cuerpo, pesado y sin vida, se hundió en el océano. Inmóvil esperó nuevas instrucciones.
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ResponderEliminarRotundo
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