jueves, 26 de enero de 2017

ESPECIES EN PELIGRO DE EXTINCIÓN



armadillo de tres bandas
cóndor de california
ciervo ratón de java
gorila de montaña

cebra ajolote cóndor koala

águila imperial ibérica
tigre de siberia
tigre de sumatra
cangrejo del coco
mono de nariz chata

rana arlequín de costa rica
búho filipino okapi oso panda
caballito de mar de knysa
chimpancé delfín rosado diablo de tasmania

tiburón del ganges
rinoceronte de java
elefante asiático
elefante de sumatra
elefante africano
¿por qué matar tanto elefante
padre de las infantas?

foca monje del caribe
gato andino lobo rojo
urogallo del cantábrico
guepardo del sáhara
murciélago abejorro
loro del paraíso tarántula
cocodrilo del orinoco

lagarto gigante de el hierro
mapache de cozumel
oso polar quebrantahuesos
atún rojo foca monje
serpiente de cascabel

alimoche guacamayo verde
ballena azul pantera de la florida
cigüena negra tortuga laúd
visón europeo chinchilla

perrito llanero mexicano
perro salvaje africano
pingüino de pinacho amarillo
pitón de ramsay picozapato
puerco espín filipino
camaleón común zorro gris de las islas
buitre de pico fino
cabra montés portuguesa
dragon de cómodo flamenco andino
pájaro carpintero imperial gamo persa

gavilán de las galápagos
gorila cruzador de ríos
kiwi marrón de la isla norte
grulla del paraíso

lémur de collar blanco
iguana marina jaguar
león africano asiático y del atlas
león sudafricano
tiburón ballena tiburón martillo
tiburón oceánico
tiburón toro tiburón anguila
tiburón blanco

jornadas de ocho horas
derechos laborales
profesores médicos
oso pardo tortuga boba
manatí de las islas occidentales
lince ibérico

lunes, 23 de enero de 2017

BUENA SUERTE O MALA SUERTE, ¿QUIÉN LO SABE?

Desde que trabajaba en la subcontrata de limpieza Trash are us, era el hombre más feliz del mundo: no solo ganaba diez euros más al mes que el SMI, sino que como limpiábamos laboratorios y residuos hospitalarios de la clínica universitaria, solo tenía que trabajar de lunes a sábado de siete y media de la mañana hasta las ocho y media (a veces nueve) de la noche. El resto del tiempo, quitando la hora y media de transporte público, era todo para mi disfrute personal.

Pero no acaba ahí la cosa; un día vino un tipo al que había visto por el laboratorio otras veces, uno al que llamaban El Arqueólogo, o algo así, y va y me dice:

- Oye, ¿Cómo te llamas?
- Antonio
- Antonio, bien, me gusta ese nombre, me inspira confianza... Yo tenía un tío que se llamaba Antonio
- ¿Ah, sí?
- Pues sí. Y solo por eso voy a hacer una oferta... ¿Te gustaría venir como parte de mi equipo a una expedición arqueológica a Egipto?
- ¿Quién, yo?
- Sí. Verás, es que el doctor Filibert no va a poder
- Ah, no va a poder... ¿Quién?
- Es que le coincide con la comunión de una sobrina que tiene en Murcia y claro, como salimos mañana, pues me hace falta alguien que pueda sustituirle
- Pero... pero yo no sé... no sabría...
- Quita, quita, ¡si está chupado! Los arqueólogos tenemos engañado al mundillo universitario... No hacemos nada del otro mundo
- ¿En serio?
- ¿Tú sabes darle a la escobilla, verdad?
- Sí, eso sí
- ¡Pues es eso! Ris-Ras-Ris-Ras... Pero con un cepillito de dientes: ¡lo mismito!
- Ya, comprendo
- Solo hay que ir con cuidado de no romper nada pero, ¿sabes?, los restos arqueológicos están prácticamente todos rotos ya, así que ni eso... Si se rompe pues nada, decimos que hubo una invasión vikinga o que lo rompieron los etruscos o los hititas, lo que toque... En Egipto echaremos la culpa a los hititas, si pasa... joder, yo mismo he roto decenas de jarrones, tumbas... ¡De todo! Y aquí me tienes
- ...
- Pero bueno, ¿te vienes o qué?
- Es que...
- ¿Es que qué?
- Que yo también tengo una comunión
- ¿Cuánto ganas aquí?
- Diez euros más que el SMI
- Te doy veinte euros más
- ¡Hostias, muchas gracias! ¡Cuente conmigo!
- Vale, pues ve a tu casa, coge una muda, algo de manga corta porque allí hace calor, y vente para el aeropuerto. Allí te haré pasar por el doctor Filibert, por ahorrarnos comprar otro billete, ya sabes... En realidad te he elegido porque te pareces un huevo, pero vamos, que si encima sabes manejar una escoba pues perfecto
- ¡Ah, qué bien, qué suerte!
- Buena suerte o mala suerte, ¿quién lo sabe? La arqueología tiene mucho misterio y todo es posible... Yo creo que te va a encantar...

Llegamos a Egipto esa misma noche y nada más aterrizar me dijo:

- Mira, Antonio, mejor no perder tiempo: vamos directamente a la tumba de Xavieramón Sa Ra, que es la que nos ha asignado la universidad. Si dormimos allí, no solo nos ahorramos una noche de hotel, es que además allí se duerme fresquito y yo con estos calores no pego ojo... ¡Cómo echo de menos Madrid ya!

Así que, sin dejarme decir nada, nos metimos en un taxi que nos dejó en medio de un descampado desértico y, desde allí, a tan solo un par de horas caminando en la oscuridad, llegamos a una pequeña pirámide, bien situada, en lo alto de un cerro, con buena orientación y a todas luces luminosa. Mejor ver.

El Arqueólogo sacó una palanca, forzó una loseta y entramos. Siguiendo la luz mortecina de su linterna llegamos a una cámara mortuoria completamente vacía, a excepción de un sarcófago que contenía la momia milenaria del ínclito Xavieramón. Era algo espeluznante: la atmósfera silenciosa portaba olores a vieja muerte y vendajes ajados. El silencio inmenso de milenios dolía en los oídos. Y el susto fue de muerte cuando, sin previo aviso, la momia se levantó de su descanso eterno y nos dijo:

- ¡Oh, malditos profanadores de mi sueño eterno! ¡Vuestra osadía perturba mi descanso celeste y enoja a los dioses de inframundo! ¡Pagaréis tamaño atrevimiento sufriendo mi maldición eterna!

Huimos, claro. Pero nos llevamos con nosotros la maldición, la sufrimos allá donde quiera que vayamos. Cuando regresé a España continué trabajando por el salario mínimo. Mismo horario.

viernes, 20 de enero de 2017

LOS PUNTOS SOBRE LA I


sí vi lo vi sí sí sí
quise vivir y me atreví
rompí el dni y hui
me fui a hawaii a tomar un daikiri
el río mississippi missouri recorrí
en helsinki me aburrí
porque ni chacolí ni bravioli tienen allí
y hacía tanto frí que me de ropa me embutí
parecía el maniquí de la emperatriz sissi
allí uno se congela como walt disney
aunque el nivel académico es bueno, eso sí
me hice un selfie con la jenny en bikini
que aun siendo una nini muy choni
estaba muy sexy y…
a instagram lo subí
fui a un concierto de ramazzotti y de laura pausini
y parlé en italiano cosí
viví viví viví!!
fui a cincinnati me tomé un whisky
vi a meesi tirar un penalty
contra el macabí de tel avív
salí de cañas con mi compiyogui por madrí
y viví! viví viví
me presenté a lehendakari y perdí
me hice terrorista chií aunque eso no era para mí
porque me había fichado el cni
y eso no es cuestión baladí
así que le dejé mis trastos a un iraní
que vi por allí y huí… fluí
como escuchando un poema de marçal font espí
fui en bici a un concierto de bumbury
empecé a tomar muesli y kiwi para más inri
iba de hippy aunque solo era un poco friki
echaba de menos mis tiempo de punky
cuando era un anti de la fai y odiaba la mili
mucho antes de conocer a vanilly
hice un grafiti y me quedó guay
cultivé un bonsai que me trajeron de mali
y viví viví viví

aprendí , ascendí, me ateví, conocí, enloquecí, crecí, conviví, me corregí, me divertí, me desvestí, lamí, lamí, lamí, absorví, incidí y existí
y viví, viví, viví…

opté al premio adonai
pero lo perdí
frente a a fernando romay
tócate el chichi, mariloli

pero viví
escuché a los grillos cantar cricrí
aprendí cuatro palabras de guaraní
en un viaje que hice por paraguay
y aunque el dinero perdí porque no lo invertí
y al final me quedé sin un maravedí
feliz sí que fui
me sentí el sultán de brunei
en mi sofá de sky viendo un dividí
chachi que sí

pero la muerte mi final estaba ahí
lo vi
me levanté y aplaudí
a la vida que viví
y fenecí
c’est fini
no estuvo mal pasar por aquí

sábado, 14 de enero de 2017

IMAGÍNATE QUE ENTRAS EN TU CASA Y TE ENCUENTRAS

Mi padre murió pobre, por eso tal vez  valoro tanto lo único que me dejó: sus consejos. El que más me repetía siempre era "no te fíes de las autoridades", junto con su frase estrella, perla de sabiduría, "cierra la puerta, que se escapa el gato". Ambos pensamientos me han acompañado siempre a lo largo de mi vida y me han hecho ser el hombre que hoy soy.

Por eso, la semana pasada, cuando un equipo de científicos embutidos en trajes de apicultor vinieron a pedirme que abandonara mi casa urgentemente pues la central nuclear de las afueras de la ciudad había tenido una fuga bastante notable les dije que me dejaran en paz, que no me importaba lo que me dijeran esos estafadores de las autoridades sanitarias. Y que tenía que cerrar la puerta, que se iba el calor y se me escapaba el gato.

Volvieron a llamar.

- Pero señor, compréndalo, su vida corre peligro...
- Como siempre - Les dije.
- Ya, pero ahora más. Una fuga nuclear puede causar gravísimos problemas de salud, algunos irreversibles...
- Tos ya tengo
- Peor
- ¿Gastroenteritis?
- Peor
- ¿Peor qué?
- Ceguera, aplopejía, mutaciones... Algo muy jodido, en serio...
- Miren, eso mismo es lo que me dijo una pareja de testigos de Jehová que podría pasarme si seguía masturbándome y aquí me tiene. Me arriesgaré. Adiós muy buenas.

A pesar del portazo que les di en las narices siguieron insistiendo, llamando a la puerta a cualquier hora y aporreando la puerta continuamente. Estuve dos noches sin poder dormir debido al ruido de los helicópteros y a su megafonía de mensajes apocalípticos pidiéndome que saliera del edificio. Pero después de ver que no les hacía caso me dejaron en paz. Todos los vecinos se habían ido. Estaba solo por fin.

Comencé entonces una nueva y plácida vida. Vale que de vez en cuando las paredes sudaban una sustancia pegajosa de color verdoso y que mis gatos habían empezado a incorporar algunos genes humanos a su cadena de ADN que probablemente se habían esparcido desde las uñas y cabellos que estaba perdiendo de manera constante y sin remisión. Uno de ellos había empezado incluso a hablar, nada coherente, no más que una farfolla insustancial y vacía repleta de lugares comunes. Entre eso y sus rasgos cada vez más humanoides no pude evitar caer en el parecido evidente: imagínate que entras en tu casa y te encuentras un gato clavadito a Eduard Punset, el célebre gurú de la segunda cadena. El otro era aún peor porque no solo cantaba rancheras al estilo de Bertín Osborne, que era el disco que ponía en bucle en el spotify, sino porque se permitía aconsejarme sobre todo lo que hacía. Así las cosas decidí marcharme o matarlos, no podía soportarlo más. Seguramente la sobredosis de uranio en mi organismo me estaba volviendo loco también, eso no lo sé.

Un día como otro cualquiera, proponiéndoles con cualquier excusa ir al río Alberche a pasar el día, les convencí para entrar en un saco para que no les vieran los taxidermistas ni los coleccionistas de gremlins del restaurante chino de mi barrio. Al pasar por el puente de Pelayos de la Presa, apreté el nudo y les arrojé por el pretil.

Imitando su voz gatuna canté, mientras caían al vacío, procuro olvidarte siguiendo la senda de un pájaro herido...

sábado, 7 de enero de 2017

POESÍA O BARBARIE


Esta noche participaré con mis textos en el popular evento poético Poesía o Barbarie que se va a celebrar en el también archifamoso Teatro del Barrio de Lavapiés... Por suerte o por desgracia ya no quedan entradas para disfrutar de Irene X., María Salgado, Migueliyo Mora, Joaquín Fernández de Angulo y yo mismo. Si has sido una persona previsora allí nos vemos, si no pues en cualquier otro sitio cualquier otro día...

viernes, 6 de enero de 2017

LO CORROBORO

lo corroboro:

nosotros no somos como vosotros
somos como lobos
nosotros somos los top
somos poco ortodoxos
somos bochornosos

¿yo?
yo lo controlo todo
yo corro como loco por todo logroño
con horrorosos pololos

yo os provoco dolor
como los proctólogos:
ojo por ojo

yo os toso
yo os tomo por tontos
yo os monto pollos
monto sonoros tongos
no os soporto por rojos
sofoco protozoos con cloroformo
rompo ozono por trozos
yo jodo los polos con todos los osos
no sollozo como bono

yo cobro por todo
os robo todo con morro
yo os compro
compro oro
¡no lo dono, copón!
compro montoros
coloco rollos homófonos costrosos
compongo horóscopos ponzoñosos
los horóscopos son bobos, so tonto
bobos como borbón mongolo
¿robocop? no lo conozco

yo follo poco por gordo
por fofo, por fondón
por glotón, por roñoso
por mordor. poco fogoso.
¡oh, coños frondosos, yo os convoco!

yo como por los codos:
como lomo con bollos,
pollo con poco fósforo,
chocos sosos, mocos gomosos
no como poco yo

¡mozo, pon ron con coco!
ponlo, ponlo,
ponlo con protocolo morboso, tontorrón
¡oh, golosos sorbos!

como plomo sobo yo,
ronco como los troncos.
sopor con colchón monocromo.

colofón:
con todos vosotros: don yo,
coloso, os colmo
os pongo mogollón
no como otros
os provoco 
¿os molo o no?
¡jodó, no lo controlo, coño!

lunes, 2 de enero de 2017

SENTÍ EL TEMBLOR DEL HUESO AL QUEBRARSE

No entiendo por qué la gente va a las bodas. Al menos hoy, que hay internet. Y menos todavía si son lejos de casa, con una kilometrada de por medio: ¿Para qué tanto avance tecnológico si al final tengo que recorrerme media España durante el único fin de semana que tengo libre en meses?

El fin de semana pasado se casó mi hermana, en Granada, con un granadino. Y nada, pues mal: madrugar, paliza de coche, otra cultura, otro idioma. Sentirse perdido. Yo creo que por eso bebí tanto y me acabé yendo de juerga con aquellos malditos primos del novio a la última discoteca abierta del Albaicín.

Fueron copas y copas, chupitos de tequila, rones con cocacola y yo qué sé qué más. Al día siguiente, cuando desperté, el dinosaurio -que era como llamaban al primo del novio, al más viejo- ya no estaba allí.

Intenté preguntar pero nadie parecía entenderme ni sabía indicarme a ciencia cierta cómo regresar a Fuenlabrada. Estaba solo y perdido a cientos de kilómetros de mi casa en un lugar hostil. Vagué durante varios días por aquellas calles, escondiéndome de las tribus urbanas y malviviendo con las enormes tapas que me daban en los bares cuando pedía un botellín. Finalmente, un día, cuando menos lo esperaba, hallé una salida, mi salvación. Estaba tranquilamente sentado en una terracita tomándome un flamenquín cuando en la pantalla de plasma que habían puesto para ver el partido de España en la Eurocopa apareció un anuncio en el cual el popular presentador de Canal Sur Juan Imedio retaba a los telespectadores a superarle en un reto a cambio de suculentos premios.

No perdí un segundo; saqué mi iphone del bolsillo y marqué el número:

- Dígame
- Llamo por lo del premio de la tele
- Perfecto. ¿Qué premio desearía?
- ¡Ah! ¿Puedo elegir?
- Por supuesto, aunque hay un tope de cien mil euros. Andalucía no puede por desgracia dedicar más dinero a la televisión pública autonómica, vivimos tiempos convulsos y de crisis en esta parte del mundo, no me tire de la lengua...
- Vale. Muy bien, pues yo querría... Un viaje a Fuenlabrada
- ¿Con todos los gastos pagados?
- No. Vivo allí y echo de menos mi familia, mis tradiciones, mi idiosincrasia... Solo sería el viaje de ida.
- De acuerdo

No hace falta decir que fui seleccionado y llevado en un lujoso taxi hasta los estudios centrales de Canal Sur, donde el glamour tiene su casa. En la entrada había fotos firmadas de María del Monte, Lolita, el Dúo Sacapuntas y otros representantes de la jet set andaluza.

Aún no sabía en qué consistía el reto exactamente cuando el propio Juan Imedio, sin más dilación, me condujo al centro de un fastuoso plató para después conectar en directo. Su amplio bigote comenzó a moverse y a lanzar palabras rizadas desde su boca:

- Señoras y señores, este pobre muchacho ha llegado desde Fuenlabrada y se atreve a retarme. Yo JAMÁS he perdido un reto y hoy no va a ser el primer día. QUE LA VIRGEN DE LA MACARENA TE PROTEJA, AMIGO...

Y se persignó. Justo entonces comenzó a sonar un tema de Rocío Jurado. Unos misteriosos mayordomos salidos de la nada entraron con bandejas y más bandejas plateadas. Entonces Juan anunció a voz en cuello, como poseído por el demonio:

- ¡QUE COMIENCE EL RETO DE A VER QUIÉN ES CAPAZ DE COMER MÁS ALITAS DE POLLO A LA PANTOJA!

Y se precipitó como alma que lleva el diablo sobre una de las bandejas. Devoraba alitas de pollo como un cíclope hambriento. Sentí el temblor del hueso al quebrarse la primera alita, así que sin perder más tiempo me lancé también yo a la faena.

Dos, tres, cuatro, cuarenta alitas: íbamos bastante igualados. A partir de la alita cien comenzó a tomarme algo de ventaja el muy. Cuando llegó a la ciento cincuenta yo llevaba unas quince menos que él y me hundí moralmente un poco, aunque no me rendí. Conseguí remontar ligeramente cuando nos aproximábamos a la alita trescientos, pero el tío era ciertamente imbatible: su bigote funcionaba como una especie de trapo adherente que filtraba la grasa, reduciendo por tanto la ingesta de calorías, con lo que su rendimiento neto estomacal mejoraba considerablemente.

Cuando superó las setecientas alitas decidí rendirme. No podía más. La música se detuvo, las luces parpadearon y una voz en off anunció que Juan Imedio había ganado una vez más. No pude contener las lágrimas, jamás volvería a Fuenlabrada, jamás volvería a ver la fuente de las escaleras o el punto negro de la m-506 a la altura de la piscina municipal. Estaba condenado a quedarme en Andalucía para siempre.

Sin embargo Juan, siempre compasivo, me dijo:

- Antonio, has sido un gran y digno rival
- Muchas gracias, Juan - Dije entre lágrimas
- Pero no llores muchacho, es por ello que queremos darte otra oportunidad
- ¿De verdad? ¡Ah, gracias, gracias...!
- ¡Que entre Celia Villalobos con el Candy Crush!

Comenzó a sonar un disco de Andy y Lucas.